miércoles, abril 17, 2013

Adelanto MAS: Capítulo 24. La tregua

La maniobra funcionó. Edward cerró la boca y alzó las cejas, mirando hacia abajo, hacia nuestros cuerpos unidos y la piel con piel.

—Bella —dijo por tercera vez, y su voz sonó inflexible.

—¿Qué? —repliqué, fingiendo inocencia.

—El truco de anoche no te va a funcionar otra vez —me advirtió, frunciendo el ceño con severidad.

Esa vez fue mi turno para alzar las cejas en un gesto incrédulo e insolente a partes iguales.

—¿Estás seguro? —murmuré, mientras mi mano comenzaba a deslizarse hacia abajo, desde sus hombros hacia su pecho— Yo creo que mi truco ya empieza a funcionar.

Su abdomen se contrajo cuando mis dedos acariciaron su estómago, pero aún así mantuvo aquella expresión impertérrita anclada en su rostro.

—Es una mera reacción fisiológica —dijo con firmeza, pero su cuerpo le traicionó una vez más y un siseo se escapó de sus labios en cuanto mi mano alcanzó la cinturilla de sus calzoncillos.

—¿Sí? ¿Te despiertas así todas las mañanas?

Clavé mis ojos en los suyos, al tiempo que mis dedos se abrían paso por dentro de su ropa interior. Él trató de mantener mi mirada, pero sus párpados cayeron, pesados, en el instante en que mi piel hizo contacto con la suya. Cuando volvió a abrir los ojos, me pareció adivinar la sombra de una sonrisa divertida en su boca.

—No. No todas las mañanas —reconoció, con la voz súbitamente ronca.

Comenzaba a atisbar mi rápida victoria, pero Edward me la arrebató de las manos antes de que pudiera alcanzarla y, con un movimiento rápido, me aferró la cintura y se colocó sobre mí. Su erección se clavó en mi cadera y él me sonrió burlón, dejando caer su cabeza de forma que unos cuantos mechones de su cabello me hicieron cosquillas en el cuello.

—Tenemos que hablar, Bella —insistió—. ¿Por qué te empeñas en huir de mí?